10/15/2007

Con miedo a flor de piel registran sitio de su último crimen


Francisco Gómez/El Universal

Jueves 11 de octubre de 2007.- En la morada de El Descuartizador, José Luis Calva Zepeda, hasta los policías sienten “frío”. El pasillo lúgubre que hay que recorrer para llegar al departamento del último piso de este edificio, donde hace apenas unas horas se encontró a la última de las víctimas de este escritor fallido de novelas de terror, tiene a los agentes y peritos con el miedo a flor de piel.

Se quieren ir lo más pronto posible, pero no pueden porque hay que recabar hasta el más mínimo detalle que permita reconstruir quién es este asesino. Los agentes han encontrado una pista. Tienen otros dos domicilios donde vivió Calva Zepeda anteriormente y que presuntamente se encuentran ubicados por la zona centro de la ciudad de México.

Varios de los agentes se ofrecen a ir a buscar esas casas. Es su oportunidad de salir aunque sea momentáneamente de este asfixiante sitio. Pero se les ordena quedarse en el lugar, donde fueron encontradas las partes de una mujer que asesinó ese hombre y contra quien los policías lanzan maldiciones porque por su culpa esta noche tienen que estar aquí.

Es más de la medianoche. No quieren hablar ni ellos ni el portero del edificio 198, de la calle de Mosqueta, esquina Guerrero. Ellos dicen no poder por el sigilo de la investigación; el portero está fastidiado y lo que quiere es irse, dormir y olvidar que vivía aquí El Descuartizador. “Imagínese usted, yo ni por enterado y eso que estoy al pendiente de todo”, alcanza a decir antes de marcharse del lugar.

Los policías escoltan hasta la calle a quien ellos consideran que nada tienen que hacer aquí. Serían felices de ser ellos quienes fueran echados del lugar. “Cómo chingaos vienen a esta hora... quién lo dejó pasar... y uno que quiere irse y no puede”, dice el oficial a cargo de resguardar la morada del asesino.

Afuera, donde sopla el frío de la madrugada, los agentes judiciales casi se disculpan. “Es nuestra chamba, entiéndenos, no es por mala onda”, dice uno de ellos antes de cerrar con llave la puerta del edificio donde moraba El Descuartizador.

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